Una rebanada de pastel en el cumpleaños de tu hermanito, unos tacos en el puesto de la esquina, un elote en la feria, un café con tus amigas, palomitas para el cine o una ensalada de frutas; son placeres, gustos que podemos deleitar solos o en compañía; son elementos de nuestra vida tan cotidianos, que la mayoría de nosotros no nos detenemos a pensar más de dos minutos; son momentos que podemos disfrutar, recordar y hasta atesorar.
Pero, ¿qué pasa con esas personas que no pueden disfrutar de algo tan básico como los alimentos? ¿Por qué hay personas que toman demasiado tiempo para pensar en lo que comerán? ¿Cómo es posible que una necesidad, la alimentación, se convierta en una tortura?
Podemos definir a los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) como las alteraciones o patrones persistentes de comer no saludablemente o de hacer dietas peligrosas para la salud; del mismo modo, se tienen alteraciones en la percepción de la forma y el peso del cuerpo. Estos patrones son desarrollados y están asociados con angustia emocional, física y social. Algo importante en lo que se tiene que hacer énfasis es que los TCA no discriminan, cualquiera de nosotros estamos en riesgo, sin importar género, sexo, edad, religión, o cualquier otra característica.
Las causas van desde comentarios hechos en el contexto familiar y escolar, estándares y estereotipos sociales vistos en redes sociales, así como la búsqueda por la perfección, modelos de alimentación y de ejercicio aprendidos en la infancia, desconfianza interpersonal, inseguridad social o insatisfacción corporal, dificultades para expresar sentimientos y emociones, elementos genéticos y heredados, entre otros factores psicológicos, sociales y culturales. Como podemos ver los TCA tienen un origen multifactorial, no existe una única causa exacta.
Algunos de estos trastornos son más conocidos que otros como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, vigorexia o dismorfia muscular; sin embargo, la obesidad (que ya ha sido declarada pandemia por la OMS) también puede ser catalogada como un trastorno de la conducta alimentaria, ya que manifiesta una amplia variedad de características y causas que no pueden ser englobadas únicamente en la ingesta de calorías o número de comidas realizadas al día.
Por lo anterior, si algún día tu hermano, amiga, hijo, vecina, compañero, superior o quien sea, te expone sus preocupaciones acerca de su peso, físico o figura, no lo ignores. No minimices sus palabras, no ignores ese comentario escondido en un chiste, no juzgues o te burles, en su lugar se empático, escucha con atención y respeto, y si te es posible acompáñale en el proceso y busquen ayuda de un especialista.
Nos encontramos ante una sociedad donde los trastornos alimentarios son cada vez más comunes, tanto en adultos como en adolescentes y niños, de aquí la importancia de hacer conciencia y entender a las personas a nuestro alrededor; debemos dejar de juzgar y criticar a otros por su aspecto físico o sus emociones.
Empecemos a respetar a quien está a nuestro lado, visualicemos la importancia de la prevención y detección precoz de este tipo de alteraciones alimentarias y alejémonos de la estigmatización y el exceso de juicios sociales que, de forma frecuente, rodean a este tipo de enfermedades.
Lic. Luz María Camacho Hernández
Experta ICEL. Docente de psicología en Universidad ICEL.
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