Corresponsales

Por fin ha llegado la mejor temporada del año. En este viernes 09 de diciembre, el frío abrazaba a cada estudiante que recorría la explanada y los pasillos de la escuela; las puertas ya se encontraban adornadas con creativos diseños de arbolitos de navidad, regalos, campanas y un delicioso olor a ponche que inundaba cada rincón del campus.

Yo desde muy temprana hora, tenía puesto mi suéter navideño favorito y mi gorro rojo para hacerle competencia a Santa Claus. Este día tenía un toque muy diferente y especial, ya que desde mi llegada pude notar, que los alumnos se encontraban impacientes por entrar a la escuela y es que ya sabían que les esperaban adentro muchas sorpresas y horas de ilusión navideña.

Ingresamos a la Universidad pidiendo posada y cantando villancicos. Era momento de lucirse, entonar mis mejores notas y también no perder la oportunidad de practicar mi inglés con la canción “We wish you a merry christmas”.

Una vez estando adentro, no perdí tiempo y corrí para formarme en la fila del ponche, estaba consciente que en cuestión de minutos varios estudiantes se abarrotarian atrás de las ollas que contenía esta deliciosa bebida. 

Las canciones navideñas ya se encargaban de poner todo el ritmo a la escuela, se podían disfrutar de villancicos en inglés y español desde las canchas gracias a varias bocinas que los alumnos y maestros colocaron. Vaya que la música te transportaba a una villa navideña.

En cuanto escuche que los maestros daban la primera llamada para la pastorela, no perdí tiempo para buscar el mejor lugar para disfrutarla. Varios alumnos de diferentes carreras nos ofrecieron una puesta en escena de la tradicional pastorela, pero esta representación tuvo giros muy cómicos, tocando temas contemporáneos y sacando decenas de risas a todos los espectadores. 

Sin duda, uno de mis personajes favoritos fue “El diablito”, ya que su personalidad  hizo que todos los espectadores nos mantuvieramos atentos a sus ocurrencias y travesuras.

Al término de la pastorela nadie pudo contener las ganas de aplaudirles y reconocerles la gran labor que realizaron con esa obra de teatro, las horas de ensayos y preparación habían valido la pena.

Terminando la pastorela pude presenciar un desfile de piñatas, cada una de ellas era única, estaban adornadas con diferentes materiales coloridos y sus diseños llamaban la atención de todos los alumnos. Era una lástima que en cuestión de minutos todas ellas iban a ser recibidas a palazos para tomar lo que se encontraba en su interior. 

Los alumnos estaban muy emocionados de poder pasar a partir la piñata, era la oportunidad perfecta para demostrar que tan fuertes eran y si tenían la habilidad de poder encontrarla aún con los ojos vendados. Estar en ese círculo, era como volver a remontarse a aquellos años donde uno era pequeño y pasaba a romper la piñata  junto con sus familiares en las posadas y fiestas infantiles. Fue para mí muy gratificante volver a vivir esa experiencia. 

En cuestión de minutos todos los asistentes disfrutaban de los dulces y fruta que habían arrojado todas las piñatas, yo tuve que escabullirme en un pequeño hueco para reunir algunas golosinas, ya que todos se abalanzaron sobre ella una vez que ésta cayera. No faltaba quien se pusiera en la cabeza un pedazo de piñata o quien se tomara la foto del recuerdo con la olla que acaba de romper. 

Las autoridades del plantel se apiadaron de todos los que no habíamos alcanzado muchos dulces y nos hicieron la cordial invitación de pasar a la sala de maestros, para poder recibir una bolsita de aguinaldo. Este gesto se me hizo muy cortés de su parte, ya que el espíritu navideño vivía en cada profesor y autoridad educativa del Campus. 

Llegó el momento de regresar a casa, pero no sin antes dedicarle una esplendorosa sonrisa a mi campus, que me brindó la oportunidad de volver a vivir una posada después del encierro por la pandemia, y en estas fechas de frío, sentir más que nunca el calor de la amistad. 

¡Felices Fiestas, Queridos Amigos!

Ernesto Peña

Corresponsal ICEL. Campus Zaragoza

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